“Cuán inadecuado es llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano”

Frase atribuida a Arthur C. Clarke.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Islas de basura

El pasado 14 de septiembre se celebró el día internacional  en favor de la limpieza de las costas. Es posible que tal día allá pasado desapercibido para muchos, excepto para los Crecencio que hayan celebrado su santo, o aquellos que en un acto voluntario se unieron a alguna organización ecologista local en un evento de limpieza de playas.

Estos días mundiales suelen "celebrarse" como hitos anuales para la concienciación de la sociedad en multitud de temáticas, en este caso la contaminación del medio marino producido por plásticos y derivados.

Hemos pasado de generar unos 30 millones de toneladas / año en los años 70 a producir más de 200 millones de toneladas a principios de este siglo. A pesar de que se han realizado grandes avances la concienciación del reciclaje de este producto, todavía cerca del 10% del plástico mundial producido acaba de una manera u otra en el mar. Seguro que la mayoría conoce la deriva de miles de patitos de goma que tras la caída de un container al mar en 1992 siguen surcando a día de hoy los mares y han servido para que científicos estudiasen el comportamiento de las corrientes marinas del planeta. Quizá, esta pueda considerarse la cara "simpática" de esta situación, pero la realidad es otra.



Aquellos residuos flotantes que acaban en el mar tienden a ser transportados por corriente superficiales, vientos y mareas hacia los llamados "giros oceánicos" (trash vortex). En las zonas centrales de estos giros, como el del Atlántico Norte (mar de los sargazos) o el del Pacífico Norte, las corrientes y vientos son débiles y suaves haciendo que se vayan acumulando  grandes masas de residuos, creando las llamadas islas de plástico y, que pueden alcanzar tamaños que duplican la península ibérica en extensión y, zonas de 20 a 30 m de profundidad, ya que dependiendiendo de la densidad y tipo de plástico la flotabilidad varia.



Se calcula que en la zona norte, entre Reino Unido, Holanda, Alemania y Noruega hay  hasta 600.000 toneladas de residuos. Mientras que en el Pacífico, es la corriente de Kuroshivo, una de las más importantes del planeta la que desplaza grandes cantidades de objetos procedentes de potencias industriales como China, Corea o Japón.

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En el mar, la degradación de los objetos suele ser más lenta que en tierra, se dan condiciones de menor temperatura, más constante y, la acción solar sobre estos es menor. Así, se calcula que la degradación de algunos resíduos sólidos de origen artificial puede superar la de una vida humana. Un billete de metro puede tardar de dos a seis semanas en desaparecer, mientras una bolsa de plástico puede llegar a los 50 años y botellas de PVC al medio siglo.





El problema va más allá de la propia estética, ya que además de poder ser portadores de especies invasoras con facilidad entran en la cadena trófica del medio, ballenas, aves, tortugas, peces o calamares confunden estos objetos con alimentos, pudiendo provorcar malformaciones, la muerte o servir de eslabón para que ciertos tóxicos lleguen al consumo humano.




 Como en ocasiones ocurre, la realidad supera la ficción. El refranero español tiene una máxima con la que concuerdo,"ojos que no ven, corazón que no siente" y, no hay mejor sensibilación que el conocimiento, que suele entrar por nuestro sentido más preciado, la vista. Por eso recomiendo, para el que haya leído todo el artículo, solo extractos o haya bajado el scroll del ratón hasta aquí, que visualice el siguiente vídeo. Bonito pero duro, seguro que estos ojos tocan el corazón.



Bibliografía: "El planta azul", Sergio Rossi. Ed. DEBATE (2011)

2 comentarios:

  1. El plástico, uno de los inventos mas dañinos del ser humano. Abaratar la vida del consumismo ha generado un coste ambiental incalculable.

    El futuro del planeta es ser convertirse en una bola envuelta en plástico. Para la civilización alienígena que la quiera.

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  2. Ha llegado un momento en que quizá somos nosotros los alienígenas.

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